20 años tras los pasos de Alejandro Vigil
Por Fabricio Portelli para The Wine Time

Es el enólogo más famoso de la Argentina y el que más cantidad de vinos mejores puntuados ha logrado. Además, es el hacedor de la bodega más prestigiosa y reconocida del país, y pudo crear en menos de 15 años un emprendimiento propio (Aleanna - El Enemigo), con vinos a la altura de los mejores exponentes del mundo.

Alejandro Vigil cumple 50 años en este 2023, y ya pasaron veinte años desde que nos cruzamos por primera vez. Que como la última, fue copa de vino en mano y charla profunda. Claro que en aquella oportunidad la charla fue más ambigua, pero no por eso menos interesante, porque ya desde el vamos me di cuenta que era una persona especial. Y, además, que, si yo seguía con mi misión de comunicar el vino argentino y algún día consagrarme como referente, seguramente él estaría allí y sería una pieza clave en su desarrollo. Alejandro ya era enólogo de Catena Zapata, pero por aquel entonces convivía con José “Pepe” Galante, su predecesor. Y junto al “Colo” Sejanovich, estaba dando sus primeros grandes pasos en el vino nacional. Porque hasta hacía unos pocos años era investigador de suelos en el INTA, aunque siempre fue bebedor de vinos y un apasionado por la vitivinicultura.

La experiencia indica que hay muchas palabras claves que pueden explicar la gran evolución del vino argentino en las últimas tres décadas, pero una de ellas es la que termina siendo más importante que las demás; consistencia. Se sabe que todo en viticultura es a largo plazo, primero hay que encontrar un lugar, luego cultivarlo y que crezcan las vides. Luego empezar a elaborar vinos, y una vez lograda cierta consistencia en función a la calidad esperada, ir en busca de una mayor precisión año tras año. Solo así hay posibilidades de llegar a los 100 puntos, alineando muchos planetas, pero, sobre todo, teniendo consistencia. Y Vigil lo sabe, ya que si bien sus últimos años fueron muy vertiginosos (y el 2022 muy bravo), tanto en el ámbito del vino como en el de la gastronomía, él va suave, consciente que se trata de una maratón, y que si acelera se puede ahogar. Ya alcanzó la gloria y no se arrepiente de nada, porque siempre se dedicó a hacer las cosas bien, con pasión y amor. Así logró un carreron que está a la vista de todos. Y más aún, siendo el hacedor con más vinos 100 puntos. Está convencido que, en 20 años, todo lo hecho hasta ahora, se va a poder apreciar con mayor calidad y va a rendir los verdaderos frutos, posicionando definitivamente a Mendoza como productor de grandes vinos del mundo, al mismo nivel que Burdeos, Borgoña, Piamonte, Toscana, Rioja, Ribera del Duero o Napa, por nombrar solo a las más famosas.

Hacía algunos años que no nos juntábamos a hablar y a degustar, y a seguir hablando a medida que degustamos más y más vinos. Sin dudas, es una de las personas con la que más aprendí, aprendo y aprenderá, por su amplia visión y su manera simple de comunicarla. También de compartirla. Este es un recorrido por sus mejores vinos en la actualidad y los pensamientos detrás de cada etiqueta y de cada lugar de donde provienen las uvas. Por suerte, todos los que disfrutamos el vino somos y seguiremos siendo testigos privilegiados de sus logros vínicos.

La visión de Alejandro Vigil

FP: Fuiste el primero en lograr los 100 puntos Parker, el reconocimiento profesional más esperado por los hacedores, y esta vez volviste a lograrlo, validando tu consistencia. ¿Qué significa hoy un vino 100 puntos para vos?

AV: La importancia de un vino, más allá del sabor o el estilo, la da la consistencia, que está compuesta por el lugar o el terroir y la experiencia adquirida, por eso lo importante es el lugar, más allá de los nombres detrás de los vinos. Evidentemente hay lugares especiales como Gualtallary que, increíblemente, es una zona nueva en la que solo habían 300ha en el 2000, y hoy ya hay casi 3000 ha. Sin dudas, estos 25 años de descubrimientos permiten pensar que pueden venir cosas mejores.

FP: Siempre vas de lo general a lo particular, preocupándote tanto por lo macro como por lo micro, y con más exposición desde que estás al frente de Wines of Argentina. Consciente que el vino argentino está bien encaminado en cuento su desarrollo cualitativo, ¿cuáles son los grandes desafíos del vino argentino?

AV: Que no hay agua y no se puede crecer. Saber qué vamos a hacer con el agua es clave. ¿La vamos a optimizar en función a la calidad del vino? Porque si queremos generar más trabajo a futuro, tenemos que crecer en exportaciones. Por eso creo que hay tres caminos posibles a seguir: Ahorrar agua para seguir cultivando y produciendo vinos de calidad. Innovar con la búsqueda de nuevas zonas, en otras provincias y con suficiente agua, para ir en busca de nuevos vinos con 100 puntos. E intentar un ordenamiento de los cultivos por zonas en función de su rentabilidad. Como todo en este país, no será un camino fácil, pero los que estamos hoy tenemos que pensar más en lo que viene, y dejarles a los jóvenes hacedores que se luzcan con sus creaciones.

FP: Volviendo al personaje, hay algo para destacar en vos, más allá de tus habilidades como viticultor y hacedor, que tiene que ver con la comunicación. Y eso, en el siglo de las comunicaciones, donde todo se inmediatiza y pasa por las redes sociales, termina siendo muy importante a la hora de posicionar un vino, una línea, una zona o una bodega. Eso explica porque muchos te llaman el Messi del vino, o porqué todos quieren pasar por Casa Vigil o Catena Zapata, no solo para degustar tus vinos o pasar un momento memorable alrededor del vino, sino más bien para cruzarse con el personaje y poder inmortalizar ese instante con una selfie. ¿Cómo llevas eso y cómo influye tu crecimiento personal/profesional en tu trabajo diario?

AV: Fue un año muy intenso de viajes, de proyectos que se concretaron y de mayores responsabilidades. Sin embargo, tengo muy claro que tengo que estar. Tengo que estar en los lugares que más me importan, porque no alcanza con pequeños aportes de calidad, hay que estar para vivir y disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas. Y eso hago con mi familia y con los vinos. En gastronomía tengo un gran equipo que me permite aportar mi visión, pero terminan siendo María, Maxi, Constanza y muchos más los que hacen posible Casa Vigil y todos sus locales. Pero mi foco está en mi familia y los vinos. Soy una persona muy pendiente de lo que hacen mis hijos, y estoy muy cerca siempre de María. Y en la bodega estoy al tanto de todo, recorro viñedos todos los días. Y el hecho de trabajar hace casi veinte años con Luis Reginato y el Nesty (por Ernesto Bajda) me da la ventaja de poder optimizar tiempos. Pero junto a ellos y con todo el equipo que comanda Laura (Catena) seguimos a full investigando y estudiando para poder entender los lugares y lograr una mayor precisión.

Acabamos de inaugurar Angélica en la bodega, un nuevo espacio para mostrar el trabajo que venimos haciendo donde hay un restaurante, sala de degustación y un wine shop con todos los vinos y los demás productos que hacemos. Y mi única intención allí es mostrar la cultura mendocina a los visitantes.

Con la misma visión encaré algunos proyectos internacionales con Vigil Wine Club, porque quiero llevar el vino argentino a cualquier lugar del mundo. Sobre el Malbec ya hay un conocimiento y una demanda, pero ahora podemos crear un consumo a partir de zonas, y Miami hoy es uno de los centros del mundo, ideal para atraer gente a Mendoza. Aunque también están Brasil, Méjico y varios países de Latam donde compartimos una cultura.

Los vinos de Alejandro Vigil

FP: Ahora hablemos de tus mejores vinos, primero haciendo foco en los que haces en Aleanna junto a Adrianna Catena. Me explicaste que la cosecha 2021 fue similar a la 2019 y que por eso tuviste que ser rápido y tener cuidado para que el Chenin no se sobre madure.

AV: Así es, el 2021 fue muy parecido al 2019, muy frío y esa uva se sobre madura rápido porque es muy sensible. Por eso lo cosechamos y llegamos a 11,5% de alcohol. No removemos lías, como viene nomás para mantener su acidez cítrica marcada y sostener ese toque maduro final que tiene.

FP: Hace muchos venís trabajando con el Chardonnay de alta gama y elaboras muchos. ¿Qué buscas con El Enemigo Chardonnay en particular?

AV: Manteniendo un velo para lograr una sensación oxidativa, quiero resaltar ese costado salino y una sensación acida activa, porque a diferencia de los Catena Alta, Angélica Zapata y los White Bones y Stones, este es un vino salado. Y tiene más cuerpo y sustancia, con una acidez filosa, si lo comparo con el Chenin. De este vino hacemos mucho más, y planté 10ha más. Por ejemplo, en el Angélica Zapata hago 100% maloláctica con pisoneos, para lograr un blanco cremoso y floral. Pero acá es otra la búsqueda.

FP: ¿Y el Semillón, que no tiene íconos en el mundo y está libre como el Cabernet Franc?

AV: A mí me fascina el Semillón y me tienta mucho pensando en vinos de Alta Gama. Porque tiene algo del filo del Chardonnay, con un carácter más de levadura y miel seca, con filo, pero grueso, va entero, no jode, es austero. Hay para jugar con el Semillon para lograr cosas serias. Ahora lo planté en la terraza de Adrianna, vamos a ver qué sale.

FP: Ahora, tu primer Gran Enemigo blanco fue un Torrontés, una uva que a Catena nunca le interesó mucho y que con esta segunda cosecha lograste un vino más delicado a pesar que 2020 fue un año más caliente que el 2019 ¿por qué?

AV: Lo hice por una cuestión de identidad, quise ponerlo a la altura de los grandes blancos nacionales. Hace poco habíamos probado la 2019, ahora de este hice 4000 botellas. La uva viene de un parral que planté en Gualtallary. Elegí el parral por ser una zona con mucha intensidad solar, y el Torrontés toma muchos fenoles y terminan siendo amargos. Por eso lo ideal es protegerlos del sol. Acá está bien seco y con una acidez total de 8gr/l. Está más austero que el 2019, que si bien fue un año más fresco en 2020 lo coseché antes y con más kilos por hectárea. Igual, lo quiere más austero, dejarlo bien fino y delicado. Tiene que tener algo floral obvio, porque va en la dirección del White Bones, pero con terpenos. Esa es la búsqueda de este Gran Enemigo Blanco; el único. ¡Y me encanta con las mollejas!

FP: Antes de pasar a los Bonarda Single Vineyards, te cuento que mi orden de preferencia de tus blancos es Torrontés, Semillon, Chenin y Chardonnay. A manos del Bonarda hay varias cuestiones para dilucidar, por un lado, su verdadero potencial y por el otro su capacidad para mostrar lugares. ¿Hasta dónde puede llegar el Bonarda y cuál es su identidad?

AV: Creo que hasta acá llega el Bonarda, yo ya me fui a otro tipo de vinos, pero espero que lo haga alguien, que lo sigan, que le den una impronta definida al Bonarda, pero también con comunicación, porque si no llega el mensaje no hay despegue de la categoría. En esta línea clasificamos por suelo, del más al menos arcilloso. Todo es del Este, el primero es de Rivadavia, Distrito El Mirador, de la parte baja que es la más arcillosa en un viñedo camino a La Vendimia (finca de la familia Catena). Acá van de 2000 a 5000 botellas, y en general son vinos muy bien logrados y se vende bien en Canadá y Dinamarca, pero no van a poder dar el salto. Tampoco hay que pedirle al Bonarda que sea fino, porque eso atenta contra la diversidad. Si queremos poner paisajes en las copas hay que ser cuidadosos, porque si se los puede manipular, se acaba el speach. Hay que respetar el lugar y el carácter varietal. Hay que defender la posición de este cepaje, no tiene que mutar los vinos, si no se va a cometer una equivocación. Al menos yo, de acá no voy a ir para arriba, ahora estoy yendo por otro lado (señalando la botella de As Bravas).

FP: Está claro que no todos los lugares, ni todas las personas, ni todas las variedades pueden aspirar a ser 100 puntos, y que ya le diste tu impronta e impulso al segundo varietal tinto más plantado del país. Aprovecho para compartirte mi preferencia: El Barranco por ser el más vertical, Los Paraísos, El Mirador y La Esperanza. Pero me dijiste que ahora estás enfocado en otros vinos que van para otro lado. ¿De que tratan?

AV: Gran Enemigo y AS Bravas son caminos distintos, van por otro lado. El cono aluvial que da origen a Altamira y a El Cepillo formó morenas glaciares, un tipo de suelo con mucha mezcla de material, pero todo chiquito, triturado por la fricción del avance del glaciar hace millones de años. Como explica Luis Reginato, si en 110ha de Adrianna Vineyard hay mucha variabilidad, imagínate en las casi 3000 de Gualtallary. Y lo mismo sucede en El Cepillo, una zona más fría, y con pendientes que van del 3% arriba (Cordón El Cepillo) hasta 1% en y Pampa El Cepillo, que ya tiene su propia IG. As Bravas está en Cordón El Cepillo, con suelos coluviales, porque como dejó de pasar el agua y el desplazamiento fue corto, las piedras son cuadradas (hay aluviales – redondeadas – en profundidad), y ahí, hay una morena glaciar. ¡Está buenísimo!, son dos cerritos plantados sobre piedras filosas y chicas, como molidas. Analizamos los vinos de la morena, con suelos profundos y todo ese material muy molido acumulado y concluimos que es un lugar único, y que ayuda a entender lo que pasó ahí. Es un Malbec 2016 de mi finca. El vino fermenta en pileta y después al tonel durante 64 meses (tonel 2000 l = 2600 botellas), y luego de un año en botella saldrá al mercado. Y ahora estoy en esto.

FP: ¿Y cómo sigue As Bravas, el primer gran Malbec de El Enemigo?

AV: Con Adrianna Catena estamos definiendo la etiqueta y muy contentos con el vino. La 2017 en marzo se embotella y esperará su año en botella. Por el clima de la añada está más gruesito. El 2018 se afinó, pero no tanto como el 2016. Y el 2019 viene muy bien, pero será un gran desafío mantenerlo 5 años en tonel porque significa un alto riesgo. Se que es un gran vino y con este le quiero ganar a todos.

FP: Este vino tiene una dirección muy definida, es un vino que no duda, que es muy preciso en su delicadeza y frescura, con cierto toque bordelés de la crianza que aporta clasicismo.

AV: Estaba pensando en que esto es más cercano a un 2000 de Burdeos, un Cos D’ Estournel para ser más específico. No sé si dejarlo un año más en tonel, pero sé que en algún momento hay que jugársela, y con 64 meses siento mucha precisión y la fruta viva.

FP: Con este vino en la copa y algunos otros en el paladar y la memoria (Noemia, Piedra Infinita, PerSe, Viña Cobos) te hago una pregunta seria que hace cinco años ni se me hubiera ocurrido. ¿El Malbec puede llegar a ser el mejor vino del mundo?

AV: Mmm, puede ser, como también puede ser una mezcla nuestra, Malbec y Cabernet Franc, por ejemplo, para darle otra impronta. As Bravas es 100% Malbec porque es lo que hay ahí. El Cabernet Franc proviene de otro suelo y va al Gran Enemigo El Cepillo.

FP: Sigo sosteniendo que el Malbec es el vino que demuestra en nuestros suelos ser el más diverso y el que más lejos puede llegar. Sigue sorprendiendo e insinuando poder ir más allá, a pesar de merodear los 100 puntos, con nuevas opciones como esta. Que si bien se apoya en el paso del tiempo en tonel como lo hacen López, Weinert y, más recientemente, Altar Uco con sus vinos de quietud, logra una identidad única. Partiendo de la selección masal de Lunlunta, con un conocimiento del lugar, un manejo de la viña muy pensado, y una elaboración tan clásica como cuidada. Algo similar lograron en Toscana con los Brunello di Montalcino, vinos que durante al menos 5 años van ganado fineza, estilo y delicadeza. ¿Y ahora, no hay vuelta atrás?

AV: No se trata de eso, sino de un camino diferente que tiene que ver con lo que hace Viña Tondonia en España. Esto me gusta y quiero hacerlo con otras cosas. Este vino es distinto que el Malbec Argentino, porque si bien As Bravas tiene cierta sucrosidad y gordura, es muy preciso. Mientras que el 50% de la uva para el Malbec Argentino proviene del viñedo de Lunlunta, y no hay que pedirle más. Como dice Laura (Catena), la etiqueta tiene que decir qué es lo que es, para que cada vino trascienda a las personas. Pero no hay que volverse locos con el vino, hay mucho para explorar, no hay que quedarse de un solo lado de la vereda, hay que mirar las cosas desde otros lugares, que no todo sea Barolo o Borgoña. Debemos entender de donde viene cada viñedo, eso es fundamental más allá de las personas, y ver los lugares más que las personas. Por ejemplo, Gualtallary va de Winkler 3 a Winkler 1, y de arenas lavadas a arenas con calcáreos y a suelos calcáreos. Son mundos distintos, por temperaturas hay diferencias y luego hay diversidad por suelos. Todo es muy diverso, y al final hoy, Gualtallary solo no significa mucho. Son 3000 ha en las que en apenas 20 años están pasando muchas cosas; variedades, lugares y vinos. Por eso hay que tener cuidado al hablar.

FP: Igualmente, conociéndote, siempre tenes un as bajo la manga. ¿Qué estás haciendo con la Garnacha acá y allá?

AV: El allá es Gredos, donde junto con Adrianna y un amigo de ella irlandés creamos un proyecto basado en Garnacha. Y estamos muy contentos, la pasamos muy bien, aunque pocas veces coincidimos en el mismo lugar del mundo. Igualmente estamos muy conectados. Y pensamos los vinos de la misma manera. Hoy, As Bravas es un Malbec y una ya plantamos Garnacha en una colina de piedra en el viñedo de Lunlunta, ahí está la conexión con Gredos. No es la misma uva del Tinto Histórico de DV Catena, es una colina nueva que no estaba plantada.

FP: Hablemos del Cabernet Franc y como de estar de moda llegó a consagrarse y consolidarse, obteniendo nuevamente 100 puntos. ¿Cómo ves el futuro de este varietal argentino, acá y en el mundo?

AV: Hay una diferencia abismal entre el Malbec y el Cabernet Franc, y no tengo dudas que nuestros Malbec van a llegar más lejos que nuestros Cabernet Franc. Pero cuando empezamos con Aleanna queríamos tener nuestro propio lugar, y fue gracias al Cabernet Franc que nos hicimos camino al andar, y hoy ya podemos hacer todo lo que queremos, incluso un gran Malbec. Toda la genética de los Gran Enemigo Cabernet Fran es la misma, y el blend existe para poder utilizar todo lo que no puedo usar en los Cabernet Franc. Siempre pensé en El Enemigo como una línea de varietales, los Bonarda como vinos de Parcela de viñedos específicos, y los Gran Enemigo como grandes expresiones de lugar. Pero para poder expresar bien los vinos, hay que hacer cosas en bodega, y esas cosas dependen de cada vino. Porque si en la bodega lo dejas así solo, termina siendo un vino más. Entonces hay que intentar maceraciones y fermentaciones, encontrar para cada lugar que es lo que mejor expresa mi vista de ese paisaje y buscarlo. Es una búsqueda permanente y lleva mucho tiempo hasta dar con el vino que uno busca.

FP: ¿Cómo es el Cabernet Franc?

AV: Es muy similar al Malbec, es tan plástico al lugar y poco plástico entre lugares. Se adapta, pero luego es muy distinto en cada lugar. Y eso es lo que me gusta del Cabernet Franc. Creo que Los Chacayes tiene firmeza, con peso y taninos con los que podes jugar para un lado y para el otro. Pensar que cuando estaba en el INTA no llegaba hasta el Valle de Uco porque había poco. En Los Chacayes había solo 300ha, hoy hay 3000ha. Y en Gualta había 230ha y hoy casi 2800ha. Con los Gran Enemigo fui cambiando. Hoy busco austeridad en El Cepillo, expresión en Los Chacayes con su paladar abierto, texturas y agarre fino en Gualtallary, y un vino más compacto en Agrelo. Ninguno tiene notas de hierba ni verdes tipo Valle del Loire, ni tonos lácticos de crianza. Uno va aprendiendo. En el de Gualtallary (el de los 100 puntos) los toneles están un poco más amoldados y por eso en el 2019, que fue un año frío, se siente grafito y no láctico. El 2018 fue más año y por eso la madera se sentía un poco más. Pero en este 2019 no está, más allá de un distinto nivel de maduración. Y hoy entendemos que en un año caliente hay que cosechar mucho antes, un mes no un rato.

Conclusiones sobre Alejandro Vigil y sus vinos

Colinas nuevas en Gualtallary y Lunlunta, las dos puntas que se vienen en Aleanna, Malbec y Semillon de Gualta, y Garnacha de Lunlunta. También de Gredos. Todos vinos que se suman a los Bonarda Single Vineyards, los varietales famosos de El Enemigo, los Cabernet Franc ya consagrados, un Torrontés que sacudió el tablero y a Malbec que promete logar los objetivos que se propuso su hacedor. No obstante, nunca se queda quieto, duerme poco, lee mucho y también recorre muchos viñedos. Escucha, prueba, piensa, y luego existe. Acaba de plantar 1 hectárea de Carignan en Chachingo, un lugar caliente para equilibrar la gran acidez natural de ese vino que se elabora en Chile.

Sabe que As Bravas y Gran Enemigo son dos cosas muy distintas, y que nacieron en momentos diferentes. Y que la historia detrás de un vino importante porque la consistencia termina siendo contundente para cualquier paladar calificado. Igualmente está convencido que su As Bravas 2016 es un vino de 100 puntos. Y en algo coincidimos, es su mejor vino y llega más lejos que el Gran Enemigo Cabernet Franc. Porque hay una tensión y un “tanino que va con la acidez” según su hacedor, que lo diferencia. Y mientras en el Gran Enemigo el grano es un poco abierto, en As Bravas es se sienten muy finos.

Es el enólogo más famoso de la Argentina y el que más cantidad de vinos mejores puntuados ha logrado. Además, es el hacedor de la bodega más prestigiosa y reconocida del país, y pudo crear en menos de 15 años un emprendimiento propio (Aleanna), con vinos a la altura de los mejores exponentes del mundo.

Igualmente, no para, y está desarrollando algo nuevo con todo su aprendizaje. Si le dan a elegir, hoy prefiere poner foco en los blancos. “También estoy dejando todos los años tres barriles con azúcar para que sean como los viejos vinos dulces alemanes, partiendo de uvas que sobre maduras que dejo en el parral”, dice.

Y si bien la importancia de la palabra consistencia la aprendí en gran parte con sus vinos, y creo que suma dos aspectos claves a sus obras vínicas; tiempo e identidad. Y las tres conviven en As Bravas, porque si bien es cierto que nació en 2016 y solo hay una cosecha en el mercado, se trata de un Malbec desarrollado a partir de un know how personal y del conocimiento de un lugar muy específico, en el cual la paciencia fue clave para lograr un vino con identidad. Y quizás de eso se trató todo este tiempo, de una identidad definida. Y eso se percibe y siente nítidamente en As Bravas, porque no solo re reconoce la tipicidad del Malbec en el carácter de la fruta, sino un toque de madurez y clasicismo en su expresión, parte dada por el material genético y parte por el tipo de crianza utilizado, todo en un marco de frescura y textura delicada. Es un vino moderno que respeta y rescata lo mejor de los vinos tradicionales, con la sabiduría de los que saben, y la vivacidad de los que quieren saber.

Vigil es auténtico, una persona (y un personaje) que logra embotellar sus pasiones y compartirlas.

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