En nuestro nuevo post sobre Enólogos Reconocidos, les traemos una entrevista que le realizamos hace algunas semanas a Sebastian Zuccardi, uno de los mejores Winemakers de nuestro país, quien recientemente fue incluido en la lista publicada por la revista Decanter como uno de los 10 Winemakers más importantes de América Latina.
El reconocimiento de Tim Atkim para la revista Decanter no es el primero. Sebastián fue distinguido también por la publicación The Drink Business International, que lo incluyó entre los 30 enólogos jóvenes más influyentes y, en 2016, Tim Atkin lo designó como Winemaker del Año en Argentina.
Sebastián Zuccardi es el hijo mayor de José Alberto Zuccardi. Figura joven, amable y humilde, se considera un winemaker o viticultor y no un enólogo. Actualmente, codirige la empresa con su padre. Sebastián se encarga de los aspectos técnicos, relacionados con el viñedo, la enología y los recursos humanos (sector que lo apasiona), mientras que su padre es responsable de los asuntos comerciales y financieros, entre otros.
En el Liceo Agrícola, recibió el título de enólogo y luego continuó sus estudios como ingeniero agrónomo. Sin importarle que en ese momento el enólogo era un semi dios en las bodegas, él decidió no continuar estudiando enología. “Yo estaba más ligado al viñedo, y decidí estudiar agronomía. Y en ese momento no era tan consciente de la decisión que tomaba, pero fue para mí trascendental, porque me ligué a la bodega, desde el viñedo. Hay una palabra que no tenemos en español que es Winemaker (hacedor de vinos), que no te liga ni al viñedo ni a la bodega. En Argentina, la historia estaba muy fraccionada. Los tipos que estaban en el viñedo, se encargaban del viñedo y no sabían nada de vino, y los tipos que estaban en la bodega sabían de vino, pero no sabían de viñedo”.
“En el largo plazo fue una historia muy importante para mí, porque toda la revolución que hicimos desde la familia y en los vinos que estamos haciendo, vino sobre todo por el trabajo en el viñedo. Para mí es muy fácil ir del viñedo a la bodega. Por dos cosas: primero porque es el camino lógico. Si vos no tenés una buena fruta, ¿qué gran vino vas a hacer? La fruta es lo más importante. Segundo, en el estilo de vinos que hacemos nosotros, el viñedo es un lugar en el que vos no hacés lo que querés, vos hacés lo que la naturaleza quiere, y vos lo único que hacés es seguir a la naturaleza”.
El viñedo es un lugar en el que vos no hacés lo que querés, vos hacés lo que la naturaleza quiere, y vos lo único que hacés es seguir a la naturaleza.
“Mi abuelo siempre me decía: ‘la naturaleza se mueve por la ley de la obediencia’, entonces tu trabajo es tratar de acompañar la naturaleza, pero vos no definís todo, la que define es la naturaleza. Para mí hay una mirada mucho más humilde y respetuosa por el lugar, desde el viñedo que desde la bodega. Yo entré a la bodega no tratando de hacer vinos que hablen de mí, sino tratando de hacer vinos que hablen del viñedo, del lugar, del clima, del suelo. Mientras que, cuando vos estás en la bodega, es un lugar un poquito tramposo. Porque vos sos Dios. Vos transformás uva en vino, y te podés sentir mucho más importante de lo que sos. Y eso pasa porque te falta contacto con la naturaleza. En la naturaleza, en cuanto vos te la creés un poco, viene un cuerpo a tierra”.
Yo entré a la bodega no tratando de hacer vinos que hablen de mí, sino tratando de hacer vinos que hablen del viñedo, del lugar, del clima, del suelo.
Nació en la ciudad de Mendoza y según sus palabras, “nos criamos en una casa donde de lo que se hablaba y lo que se vivía era a través del vino. El vino siempre fue parte de mi vida. Los primeros recuerdos de mi infancia son andando en bicicleta por los viñedos, o yendo a pescar mojarritas en el canal, con un medio mundo, o andando a caballo por el viñedo, pero no tenía que ver con una relación laboral. Después, en la adolescencia, si quería ganar algunos mangos, me tenía que venir a descargar camiones y lavar botellas”.
“En mi familia se hablaba de vino, se trabajaba alrededor del vino, y especialmente mi papá y mi abuelo siempre se enfocaron en el viñedo. Toda la familia está involucrada con el vino. Mi abuela (a quien Seba le dedicó su primer vino “Emma”) tiene 93 años y todos los días viene a la bodega (excepto los martes que va a la peluquería)”.
“No hubo un mandato familiar de nuestros padres que nos presionaran para seguir con el negocio familiar. Yo empecé a estudiar agronomía en el Liceo Agrícola. En ese momento no tenía muy decidido qué quería hacer, de hecho, me gustaba la veterinaria. Sabía que me gustaba el campo y que me gustaban los animales, pero no tenía muy en claro qué quería seguir”.
“A mi hermana Julia, por ejemplo, no le gustaba el vino, y estudió traductorado y profesorado de inglés, y no hubo ningún problema. Después fue ella quien se interesó en trabajar con la familia”. Julia hoy está al frente del negocio de enoturismo de Zuccardi, y Miguel, el menor de los tres hermanos, está al frente de la unidad de negocios de aceites, áreas importantes para la familia”.
Su abuelo Tito desarrolló en los años ‘60 un sistema de riego bastante novedoso para la época y se compró una propiedad (donde hoy es la Bodega Santa Julia), con la idea de hacer un showroom para el sistema de riego. En ese momento Tito se dio cuenta de que su pasión era la agricultura, y comenzó a dedicarse a la Viña. Primero empezó vendiendo la uva y, de a poco, comenzaron a producir sus propios vinos a granel, después en damajuanas y, más adelante, en botellas con marca propia.
“Ha sido toda una etapa de superación y crecimiento. El que realmente le da un foco más comercial fue mi viejo, quien se enfoca en el vino y decide dedicar su vida a esto”. Así fue como comenzó la historia de una de las más prestigiosas bodegas de la Argentina.
En el año 2000 comenzó su primer emprendimiento, “Alma 4”, junto a tres amigos (Marce, Mauricio y Agustín), enfocado especialmente en espumantes. Esta experiencia fue un pilar en su formación profesional. Sebastián dice: “mi papá me dio un consejo muy inteligente, me dijo: ‘del viñedo, al mercado’”. Con Alma 4 conoció todos los aspectos que significan producir y comercializar un producto: “me di cuenta de que hacer vino no era solo fermentar la uva, hay una parte comercial que hasta ese momento no la veía”.
“Yo me defino como un viticultor que aprendió a hacer vino, y también tiene la obligación de ser un empresario, pero la raíz o la base de lo que hacemos tiene que ver con la agricultura, y es algo que yo no quiero perder en la esencia de nuestros vinos”.
De a poco se fue metiendo más y más en la estructura de la bodega. Fue él quien en 2002 impulsó en Zuccardi un cambio en la región de producción, yendo hacia el Valle de Uco. Hoy en día, Zuccardi tiene más de 300 hectáreas en esta región. “Fue un trabajo de ir buscando cuáles eran los lugares que a nosotros nos parecían más interesantes”. Este fue uno de sus primeros emprendimientos dentro de la bodega. Sebastián dice: “yo no me siento tercera generación, yo me siento fundador de esta empresa. Cada uno de nosotros nos sentimos emprendedores y fundadores. Uno de los grandes peligros de las empresas familiares es cuando se pierde esa energía, esa pasión de la línea fundadora. Hoy en día hablás con mis hermanos y cada uno se siente así”.
En el año 2004 tomó otra importante decisión en su carrera. Cambió el MBA en el exterior por perfeccionarse técnicamente. “Fui a dos entrevistas en una universidad y me fui espantado. No es lo que yo quería”. Y decidió que viajar era el camino para perfeccionarse. Durante siete años viajó a las vendimias de Francia, España, Portugal, Estados Unidos e Italia, entre otros países. Así, pasaba dos meses en cada bodega. “Se hacía lo que te tocaba. Mi primera experiencia en Champagne fue volcar cajas en una prensa durante un mes y medio”. Hoy en día, Zuccardi Valle de Uco recibe a personas de todo el mundo para trabajar durante la vendimia. Es la forma que Sebastián encontró para retribuir todo lo que él aprendió en el exterior y para, también, seguir aprendiendo de estos visitantes.
En el 2009, Sebastián impulsó la creación del área de investigación y desarrollo en la bodega, para entender cómo impactaba en el vino el trabajo que se hacía en el viñedo. Esto revolucionó la forma de hacer los vinos en Zuccardi. Actualmente trabajan 10 personas en esta área.
Uno de los últimos emprendimientos de Sebastián dentro de la empresa fue la construcción de la nueva bodega, Zuccardi Valle de Uco, en Paraje Altamira. “A mí me gusta decir que esta bodega la empezamos a construir en el 2013, pero que la construcción real empezó en el 2009. No sabíamos lo que estábamos construyendo, pero empezábamos a construir una forma de hacer vino, una forma de entender y respetar el lugar”.
Hoy en día yo no busco hacer el vino perfecto. Busco hacer un vino que cuente la historia del lugar, del paisaje, de mi filosofía y del año en el que se hizo el vino.
Conocé más sobre la bodega en nuestra Tienda Zuccardi
¡Gracias Seba por charlar con nosotros y contarnos tu historia!